Moscú, 7 de junio – Las tensiones entre Rusia y Ucrania han escalado en un inesperado frente: la disputa por la devolución de los cuerpos de miles de soldados ucranianos fallecidos en combate. Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, acusó este sábado al gobierno de Kiev de negarse a recibir los restos de sus militares, incumpliendo así acuerdos previos.

En declaraciones cargadas de crudeza, Medvédev calificó a las autoridades ucranianas de «escoria satánica» y aseguró que su negativa se debe a dos motivos: evitar reconocer la magnitud de sus bajas (que Moscú cifra en 6.000) y eludir el pago de indemnizaciones a las familias. «¡Que ardan en el infierno!», escribió en su cuenta de X.

Un acuerdo humanitario incumplido

Según Vladímir Medinski, jefe de la delegación rusa en las negociaciones, Ucrania ignoró los compromisos alcanzados el pasado lunes en Estambul, donde se pactó la entrega de cadáveres y un canje de prisioneros heridos y menores de 25 años. Rusia trasladó al punto acordado 1.212 cuerpos, pero nadie del lado ucraniano se presentó.

María Zajárova, portavoz de la Cancillería rusa, condenó la actitud de Kiev: «Si abandonan a sus muertos, estarán malditos por generaciones. Es inhumano». Añadió que no existe precedente de un país negándose a repatriar a sus caídos.

Gesto humanitario o presión política?

Moscú insiste en que su oferta —devolver hasta 6.000 cuerpos— es un acto de buena voluntad. Sin embargo, Kiev no ha respondido oficialmente a las acusaciones. Analistas sugieren que Ucrania podría desconfiar de las cifras rusas o temer un impacto en la moral pública.

El conflicto se enmarca en un estancamiento de las negociaciones bilaterales, donde incluso los intercambios de prisioneros —otro punto acordado— parecen suspendidos. Rusia afirma haber entregado una lista de 640 ucranianos elegibles, pero sin avances.

Mientras, las redes sociales ardieron con las palabras de Medvédev, polarizando aún más el debate. Para Rusia, es otra prueba de la «deshumanización» del gobierno ucraniano; para Occidente, una narrativa más en la guerra de propaganda.

FUENTE /RT

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